Gracia Morales, dramaturga reconocida, es autora también de una obra poética que se ha abierto un sólido camino. "La voz en pie" nos trae de nuevo la palabra reconocible de la autora, que desde la cotidianidad y los escenarios comunes se eleva a un significado simbólico y representativo de las preocupaciones de la sociedad actual. Para habitar el nombre que nos dan, decir este soy yo, aquí están mis palabras, mis gestos, mi cuerpo, es preciso llevar dentro la mirada amiga, la compañía, nos viene a decir el primer poema de este libro. "La voz en pie" no significa alzar la voz sino poner en pie la consciencia en relación con el otro, los otros, que nos devuelven la identidad. Sólo desde ese lugar de conocimiento podremos alcanzar serenidad y entendimiento. La voz en pie comienza con una especie de ramillete de "flores del bien": bienaventuranzas, caminos hacia la paz, buscando la sencillez, la hermandad de las cosas diarias. Pero frente a las bienaventuranzas o el deseo del bien, surgen los poemas de la segunda parte del libro, como baudelerianas "flores del mal": una descarnada "mirada alrededor" que, con Cortázar al fondo ("Del lado de acá" y "Del lado de allá"), levanta el telón para mostrarnos el mundo realmente existente. Cruel mundo que nos envuelve, nos obliga, nos atenaza.