No son estas "Prosas viajeras" de Rafael Guillén un libro de viajes al uso, sino un libro abierto en el que lo vivido entre otras razas y otras culturas, por mares, selvas, cordilleras y ciudades, tan honda e inconscientemente atesorado en la memoria, emerge a la superficie del texto junto con otros temas más directamente relacionados con el espíritu, el sentimiento y la condición humana. Con la mayor sencillez posible, el autor pretende hablar de la vida, como queriendo sujetarla, y del tiempo, que se va y se viene, y de la distancia, que suele ser más mental que física, y de la belleza, que está ahí y que quisiera que pasase y se difundiese a través de sus ojos. Y también, a veces, de la soledad y de la tristeza, agazapadas siempre en cualquier recodo del camino, por esos mundos de Dios y de los hombres.