En palabras de Luis Antonio de Villena, "El fruto del deseo, (como indica su título), es un libro con vocación pagana, y por tanto hedonista. Un libro que clama por el placer que lo anhela o lo canta, y que acude, en su comienzo y en el comienzo, al griego que por antonomasia buscó el placer o lo celebró, Anacreonte [...]. Un libro lleno de vitalidad y promesa".