Emilio Alfaro tiene un sueño: quiere llegar a ser médico, mejor aún, médico de pájaros. Este es el inicio de una historia que, en palabras de Betuel Bonilla Rojas, deja en el lector 'la impresión de haberse estado dejando arrastrar, con placentera tranquilidad, por un deslumbrante ejercició lúdico, una divertidda invención que lo ha puesto en vilo, que lo ha llevado a viajar por el aire, por la oscuridad a veces, y que lo ha conducido, en síntesis, a descifrar, como lector cómplice, hasta qué punto el sueño es real y lo real no es más que una sutil deformidad del sueño, como escribiera en su octosílabo don Pedro Calderón de la Barca'.