Azucena Con la soledad vienes, azucena... No..., vengo con la primavera. La tristeza te acompaña, azucena... No..., la blancura me rodea. De noche llegas, azucena... No..., de sol estoy llena. Lágrimas derramadas, azucena... No..., es rocío de las estrellas. Mira el mundo, azucena... ¡Ay..., ahora siento la pena!
Pedro Enríquez
Papagayo A veces como un canario canta con voz cándida, y otras veces como un cuchillo que reluce opacamente en la penumbra de un callejuela de Shinjuku, Tokio, nos amenaza. Como dicen ?repetir como un papagayo?, repetía siempre exactamente las palabras de eminencia gris que dirige el mundo de falsedad y resentimiento, parece que recientemente aprendió el arte de sustituir las palabras como reemplazan el papel del examen. Su gura de espaldas es espléndida y hechicera, y su rostro oculta una trampa diabólica en su sonrisa inocente. ¡Mi papagayo! No sé si llegará el día en que yo conrme con mis propios ojos cómo te extinguieras en calma, guardando tu belleza que se confundirá con lo sublime.
Yutaka Hosono
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