Olvido. Perseguidor de sueños amables, incrustado entre las cejas de quien odia sin saber odiar; secadero de hojas muertas, de ores amarillas y azules, de pasos que ignoran las sendas para no saber, para no querer saber dónde penar. Queda la música de sus aguas al pasar bajo tu mirada perdida entre sinfonías de lágrimas, porque si acaban duermes, porque si olvidan ya no estarás bajo las estrellas, lucirás con ellas. Olvido que jamás borrará la sonrisa de tus labios, roce sobre el lacre mortecino de mi tumba