(...) Es mi sombra, lo veo en otros ojos, al cruzar un extraño oigo su voz y lo respiro por los plataneros del río cuando la luz de septiembre es milagro entre las nubes oscuras que se concentran en huelga de sed.
Se dice en Santa Rosa, centinela de mis sueños, cuando al fin me evado de quimeras, de grandes soledades.
Esta noche un rasguño, claro imán, ilumina el paseo polvoriento. Seguro que en su torre lo divisa, de otra dimensión, de otro matiz. Mar próximo que distancia. Qué dolor tanto vacío humano por la arena. Existen otros mares. Quizás duelan mejor.