La de la prensa es la más efímera de las escrituras, pues nada hay tan añejo como un periódico atrasado. El olvido era, pues, el natural y asumido destino para estas prosas singulares ahora rescatadas que afrontan alborozadas, claro, pero también curiosas e inquietas, el inesperado presente de una nueva y muy distinta oportunidad de mostrarse ocurrentes, críticas, malvadas, irónicas, graciosas, graves, puñeteras, tristes, amables o melancólicas. Siempre, eso sí, sin descuidar la corrección sintáctica y ortográfica en la que fueron educadas. La condición humana y el transcurrir de la vida quedan al fondo.