Los cuentos recogidos en "Cuaderno del Cauchil" son tan de la realidad como el retrato que devuelve un espejo: ficción antes que verdad. Porque la existencia es siempre una impostura en la que suele naufragar el destino. Por eso la vida en ellos sólo es una incipiente materia que lo mismo crea el engaño de una presencia que el amargo esplendor de esa otra parte del tiempo que únicamente la palabra puede rescatar de su última destrucción. Cuentos que nunca llegarán a ser historias y que desvelan que la literatura es una región en donde el lector puede habitar su silencio, hablar la lengua de sus sentidos y escuchar el eco de la memoria.