'La poesía que se lee en "Ella cena de día" es un caso singular, un intento de controlar y reproducir en frío el ciclón del sentimiento, de diseñar un jardín geométrico en mitad de la selva. Ernesto Pérez Zúñiga aplica un filtro severo a todo lo que escribe con la intención de depurar los significados que no sesan imprescindibles...'.